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Receta e historia del Journey Cake

Originalmente, los indios Shawnees cocinaban una torta de maíz sobre una piedra caliente, que les servía de alimento en sus expediciones diarias. Cuando llegaron los colonos europeos, se dieron cuenta de que dicha torta podía conservarse durante varios días y alimentar fácilmente a un hombre en los viajes largos. Los colonos añadieron harina de trigo a la receta para hacer un panecillo.

Journey cake o Johnny cake

De este modo, se convirtió en el «journey cake»: la merienda para un trayecto o el tentempié para las aventuras. Al poder llevarse en el morral durante los viajes largos o incluso poder cocinarse durante el camino, esta torta se convirtió en el símbolo de las tortas de viaje. No se secaba ni se estropeaba en el fondo de las bolsas. Se elaboraba con ingredientes sencillos y fáciles de encontrar. El journey cake se convirtió con toda naturalidad en la comida que se llevaba para el día (journey, en inglés) en el trabajo, en la escuela, etc. Esta interesante mezcla de significado y lenguaje representa a la perfección nuestra cultura, incluido el nombre de esta icónica receta.

Los colonos extendieron el journey cake por todas las Antillas y, tras varias deformaciones lingüísticas y culturales, también llegó a conocerse como Johnny cake. Los historiadores también creen que «janiken», una palabra amerindia que significa «torta de maíz», podría ser el origen de su nombre.

Receta sencilla

El journey cake se puede comer frío o caliente, condimenta y acompaña a los platos calientes. Puedes comerlo como un sabroso y dorado panecillo, que aporta energía gracias a sus azúcares lentos.

¿Qué ingredientes lleva el journey cake?

Para hacer una docena de panecillos, necesitas:

  • 300 gramos de harina de trigo;
  • 1 cucharadita de levadura;
  • 1 cucharada de azúcar;
  • 2 cucharadas de mantequilla;
  • un poco de sal y agua para mojar la masa.

¿Cómo conseguir un buen journey cake?

Para empezar, hay que tamizar la harina, la levadura, el azúcar y la sal todo junto y, después, mezclar completamente la mantequilla derretida.

Mezclarlo todo con la mano y añadir un poco de agua, en función de la consistencia de la masa. No tiene que estar ni muy pegajosa ni muy seca.

A continuación, hacer una bola con la masa para extenderla y dar forma a una docena de bolitas de pan. Aplastarlas un poco, como pequeñas hogazas de pan.

Por último, cocer y dorar por ambos lados en una sartén grande con un poco de aceite. Escurrir en papel absorbente.

¡Ya solo queda saborear esta receta típica de Saint-Martin!